No muy lejos del palacio de Vitcos, esta roca blanca está sobre un manantial que brota de la montaña. Se consideraba especialmente sagrada para los Incas; por eso los españoles trataron de exorcizarla a su llegada. Hoy en día, la parte más visible es el trono tallado en la roca, desde el cual el Inca probablemente asistió a muchas ceremonias y reuniones religiosas.